QUIEN NO SABE CALLAR, TAMPOCO SABE HABLAR
(Pseudoséneca, De
moribus)
Ante una presentación o discurso
enseguida nos planteamos la ejecución, el desarrollo, los gestos, el
vocabulario a emplear…. Corremos el riesgo de oscurecer un requisito
imprescindible para el orador: cultivar el silencio.
Los antiguos
hablaban de dos operaciones mentales previas a la elaboración del discurso que
consistían en entender la cuestión de la que se iba a hablar (intellectio) y encontrar los
materiales a emplear en esa exposición (inventio),
los argumentos, los ejemplos, los signos que se pueden utilizar. Hablaremos de
eso también, pero quiero exponerle un paso anterior desde donde nace fuerza
interior para afrontar la situación en que nos pone hablar.
“La
acción nace de una mente silenciosa, es la cosa más bella del mundo” (Osho,
Creatividad)
Todas las
producciones humanas aparecen primero como ideas en el interior de una mente
que observa, que establece relaciones y que se detiene en lo que le parece
interesante.
Y, sin
embargo…, ocurre que a veces resulta difícil no sólo estar en silencio, sino
también encontrarlo:
Por otra parte, no debe olvidarse que los
efectos del ruido también pueden afectar a la persona, aunque esta no sea
consciente de ellos, incluso siendo bienvenido el ruido” (Guski, El ruido).
Demóstenes en silencio |
Le voy a
proponer un sencillo método para ejercitar la contemplación, es decir, la
capacidad de estar en silencio consigo mismo.
El método es
sencillo, sí, pero requiere algo de
constancia para poder sacar resultados. Quizá al principio le cueste trabajo,
porque no siempre resulta fácil alcanzar y soportar el silencio. Siga los siguientes pasos:
1. Busque un lugar tranquilo
2. Siéntese. No ponga música
3. Cierre los ojos (más tarde los dejará
abiertos)
4. Respire siguiendo un ritmo:
1. Inspire
2. Espere un momento lleno de aire
3. Espire
4. Espere un momento vacío de aire.
(Siga así así
rítmicamente. Luego se olvidara de la respiración)
5. Deje fluir lo que vaya apareciendo por su
cerebro, no lo dirija, no lo censure: imágenes, sonidos, palabras…
6. Deje fluir emociones y sensaciones (paulatinamente le alcanzará solo el flujo silencioso de su cerebro)
7. Cuando se note cansado, déjelo. Si se adormece, duérmase
8. Concéntrese en un asunto que le interese y
deje fluir de nuevo ideas y sensaciones y emociones sobre él. (Esta última para encontrar ideas sobre algo)
El
silencio consiste e una actitud interior, que se centra en una escucha atenta de sí mismo y de lo exterior. Por
eso desaconsejo la música, un arte al que hay que prestar atención para no convertirlo en ruido.
La
contemplación de las cosas nos lleva hacia el silencio, desde el exterior al
interior. Podemos manejar con cierta facilidad el ruido externo, pero el
interno es más complicado. El método que le propuse antes, si lo practica con
asiduidad, le ayudará a acercarse y conseguir ese silencio interno en el que
podremos encontrarnos con nosotros mismos y, desde un punto de vista más
práctico, hallar los motivos, temas y palabras con las que expresarnos en
nuestra vida cotidiana y a la hora de hablar en público.
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