FORMACIÓN DEL ORADOR

LA FORMACIÓN DEL ORADOR


1. EL ORADOR

2. LA COMUNICACIÓN. COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITA. FUNCIONES DEL LENGUAJE. PRAGMÁTICA. RETÓRICA. DIALÉCTICA

 3. TÉCNICAS PARA CONTROLAR EL MIEDO A HABLAR EN PÚBLICO

 4. ORGANIZACIÓN DEL DISCURSO

 5. ARGUMENTACIÓN


1. EL ORADOR

El orador debe dominar especialmente la lógica, la escritura y la actuación.


La construcción de un buen orador requiere tiempo y dedicación. Si es cierto que nada surge al azar, mucho más en las artes que requieren de práctica para llegar a su dominio. En pintura, escultura, literatura, como en cualquiera de las actividades humanas, se precisa de trabajo constante, no sólo la inspiración del momento o el talento que permite arriesgarse a hacer algo. Julio César, conocido como militar y político especialmente, dedicó casi dos años de si vida a formarse como orador. Para ello no dudó en trasladarse a Rodas para formarse con uno de los mejores maestros de su tiempo. Sabía bien el poder del arte de hablar en público

El orador
Un orador debe dominar varias artes que en su conjunto dan lugar al discurso completo. No se trata solo de hablar, sino también de escribir y de interpretar, fundamentalmente. El cuidado de la escritura va parejo a la palabra, porque sólo, según dijera Quintiliano, quien escribe mucho es capaz de hablar bien. Por eso parece preciso empezar por enseñar a escribir cuando se trata de formar a un orador.
Entre las condiciones esenciales del orador destacan tres: la capacidad de estructuración lógica de los discursos, su realización literaria y la ejecución mediante la palabra y la actuación que debe acompañarla. Los tres forman un conjunto orgánico que no se debe descuidar en ningún momento, porque el mismo discurso se comporta como un todo organizado que requiere operaciones provenientes de las condiciones antes enumeradas.
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Organización lógica del discurso
La capacidad de organización lógica, de estructuración de la información, de manera que sea capaz de hacer ver con claridad el tema, los puntos esenciales de los que habla, supone un paso previo y no siempre atendido en los manuales de retórica, ni siquiera en los aprendizajes conducentes a las diversas titulaciones. Parece algo dado por supuesto y que, sin embargo, se adquiere con trabajo y esfuerzo. La capacidad lógica de pensar ordenadamente y de explicar eso de manera que el público que escucha lo reciba con Atención y lo comprenda fácilmente.


Un discurso, ya sea de dos minutos o de una hora, requiere una planificación que se estructura de manera diversa según sus objetivos y auditorios, pero que siempre estará guiada por el afán de claridad. Al fin y al cabo, lo que interesa al orador es que el público entienda perfectamente lo que dice. Incluso aunque no se pueda recordar todo lo que se ha dicho, la estructura de la elocución, si es clara y bien trabada, tendrá un efecto mayor y más duradero en el recuerdo de los oyentes.

Escritura del texto a exponer
La segunda cualidad del orador se centra en su capacidad para poner por escrito lo que va a decir. Aunque resulte sorprendente, salvo las improvisaciones, los discursos siempre se escriben, e incluso aquellas conviene que sigan una estructura pergeñada con anterioridad. En el acto de escribir se fijan tanto las cualidades lógicas como las literarias, por eso es de tan capital importancia.
Durante mucho tiempo se ha identificado retórica con un decir vano y hueco, inflado y pomposo, que sólo valía para quedar bien o dárselas de listo. Sin embargo, nos dirigimos constantemente a otras personas para conseguir algo de ellos, desde información hasta aprecio o simplemente que nos escuchen. De manera profesional es constante el intercambio de palabras e información, por lo que hay que procurar la mayor efectividad.
La cualidad literaria del discurso no se refiere solo a los adornos o figuras que se le incluyan, sino a una forma expresiva clara y elegante. Esto hay que procurarlo en todo momento, adaptándose a las circunstancias, más sobrio en un informe de empresa, más adornado en una conferencia que trate de temas artísticos, por ejemplo.


Actuación en la oratoria
La última de las características que hemos mencionado tiene que ver con la capacidad de ejecución del discurso, de actuación. Ciertamente que el orador no es un actor, incluso los actores metidos a oradores tienden a la sobreactuación, pero sí es cierto que el orador ha de poner en escena su discurso, no solo decirlo. Nada hay más aburrido que una conferencia en tono monótono y sin apenas referencias visuales. La voz, los gestos, hasta la ropa son instrumentos expresivos.

La elocución ha de acompañarse con una correcta expresión de cara, manos y cuerpo, de presencia en el estrado desde donde se hable. Cuando escuchamos a alguien, estamos pendientes de su rostro, de sus labios y expresión facial, también de sus manos y en general de todo su cuerpo. Incluso está comprobado que nos fiamos más del llamado lenguaje no verbal que de las meras palabras.

 

 

2. LA COMUNICACIÓN. COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITA. FUNCIONES DEL LENGUAJE. PRAGMÁTICA. RETÓRICA. DIALÉCTICA


1.    CO                       1. COMUNICACIÓN

La Teoría de la Comunicación estudia la capacidad que poseen algunos seres vivos de relacionarse con otros intercambiando información.
Actor de la comunicación  es cualquier ser vivo que interactúa con otro u otros seres vivos, de su misma especie o distinta, recurriendo a la información. Para que haya comunicación se precisan al menos dos actores. No es la interacción más antigua, hay seres que intercambian materias o energías sin llegar a ser comunicación. Para que la haya es preciso disponer de órganos especializados en ella (características biológicas) y ciertas pautas de comportamiento (características conductuales).

Podemos establecer una distinción entre dos clases de acciones dentro de la conducta heterónoma (versus autónoma): ejecutiva y expresiva. La primera se orienta a la interacción con el otro, pero mediante la coactuación, no mediante la comunicación. A medida que se asciende en la escala biológica se van sustituyendo actos ejecutivos por expresivos o comunicativos
(El error de la escuela de Palo Alto: “Es imposible no comunicar”: confundir la información que uno recibe ante la presencia del otro y la información comunicativa. No todas las informaciones se obtienen por vía comunicativa: observación, reflexión, práctica, referencia de otros, sólo esta es comunicativa.)

La comunicación es el rasgo más característico de la vida en sociedad. No sólo de los humanos, sino también de los animales sociales, como las abejas, los delfines, y otros. El caso humano es, sin embargo, único.

Denominamos comunicación al proceso de transmisión de un mensaje entre un emisor y un receptor mediante un código compartido por ambos a través de un determinado canal:


EMISOR                                  MENSAJE                    RECEPTOR
                                                   CANAL

                                                   CÓDIGO


                                   RETROALIMENTACIÓN



Es importante tener en cuenta la relación entre emisor y receptor en el proceso de codificación y decodificación, los diversos códigos que se emplean, el ruido presente en el sistema, los códigos paralingüísticos que se introducen con el mensaje.

El ser humano posee un sistema de comunicación enormemente complejo y eficaz, que tiene características exclusivas y otras no tan completamente desarrollas en otras especies:

Creatividad:             capacidad de construir infinitos nuevos enunciados (apertura o                                                     productividad)
Desplazamiento:      capacidad de referirse a hechos que no se hallan temporal o espacialmente                                     presentes.
Semanticidad:            Utilización de símbolos
Doble articulación:    dos niveles: fónico y léxico. En el nivel fónico se encuentran los fonemas,                                     que carecen de significado, en el léxico  las palabras, formadas por                                                 fonemas y  significado. Esa combinación es arbitraria y convencional.
Dependencia de
estructura:                 los mensajes no se producen por mera yuxtaposiciónde palabras sino en                                          estructuras jerarquizadas.
Se transmite culturalmente.

 


2.    COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITA

    La relación entre el código oral y escrito se ha concebido de maneras diferentes y se ha discutido mucho sobre cuál depende de cuál o si son autónomos y diferentes.
    Actualmente se considera que hablar y escribir son dos modos de comunicación distintos, que lo escrito expresa de manera independiente a lo oral.
    Ambos se basan en el mismo sistema lingüístico, pero se producen y manifiestan de distinta manera. La existencia de la escritura tiene su origen no en representar gráficamente el habla, sino como sistema de almacenamiento de información. La expresión oral es natural en el ser humano, la escrita es aprendida.

Diferencias:
    
    Contextuales

-    El soporte físico que las sustenta.
-    La inmediatez y la interacción.
-    El tipo de información contextual en que se apoyan. En la lengua se    advierten rasgos prosódicos (entonación, acento, pausas), paralingüísticos (tono, ritmo, calidad de la voz, vocalizaciones...), en la escritura: signos ortográficos, tipos de letra, títulos, espacios...
-    Las reglas de construcción y organización del discurso escrito


Textuales

-    Habla: comunicación inmediata, el hablante no puede construir su          discurso, digamos que improvisa (discordancias, anacolutos, ..)
-    Se dan repeticiones y paráfrasis Escritura: se graba en soporte estable
-    Abundan deícticos (piezas léxicas cuyo significado depende de quién lo dice (yo, tú, él), dónde lo dice (aquí, allí) y cuándo lo dice (ahora, ayer...). En el escrito no se participa en el mismo entorno físico, no deícticos.
-    Importante la prosodia, ausente de la lengua escrita.

Situaciones comunicativas orales:


    Situación de habla                  Tipo de comunicación oral

        Espontánea                        Conversación, monólogo, recitación

   No espontánea:                     Lectura: como si no estuviera escrito, sin omitir                                                                             su   origen, lectura.
    

3.    FUNCIONES


Las funciones del lenguaje se relacionan con los distintos elementos que intervienen en la comunicación. Podemos distinguir, siguiendo a Roman Jakobson, seis funciones diferentes:

Expresiva:    El acto comunicativo tiene una función expresiva cuando está orientado hacia el emisor del mensaje, de modo que sirve para  expresar sus sentimientos, afectos, intenciones: ¡qué barbaridad ¡

Conativa o apelativa: Esta función se da cuando la función básica del mensaje es producir una respuesta en el receptor. Así en expresions imperativas: ¡Ven aquí! O en la publicidad.

Referencial o expresiva: Transmitir información sobre la realidad extralingüística.

Fática o de contacto: Su finalidad es la de abrir, cerrar, asegurar la comunicación entre emisor y receptor: saludos, despedidas, muletillas.

Metalingüística: Podemos utilizar el código para hablar del propio código: “amó es la tercera persona...”

Poética o estética: La encontramos allí donde importa más la forma del mensaje que la información que transmite.

Estas funciones se combina en los distintos mensajes.

La lengua común y la literaria son dos variedades de uso de un mismo sistema de comunicación. Lo distintivo de la lengua literaria se encuentra en su forma, es decir, en la relación que se establece entre el contenido y la forma de expresarlo. Los valores connotativos del mensaje hacen que el receptor fije su atención no sólo en lo que significa (el contenido), sino principalmente en cómo se expresa. Son los recursos estilísticos los que permiten que el lenguaje adquiera calidad estética (ritmo, lenguaje figurado). Pero esto sólo no garantiza que una obra sea literaria. El escritor utiliza un código elaborado, en el que predomina la función estética. Selecciona y combina los sonidos, las palabras, las frases en función del objeto, consiguiendo que el receptor dirija su atención a los dos planos.
Los recursos lingúisticos del código elaborado están relacionados con los tres niveles de la lengua: fónico, léxico-semántico y sintáctico.


4.    LA PRAGMÁTICA:


Hace ya más de cincuenta años desde que Morris (1938) se refirió al término que nos ocupa de pragmática con el significado de: "la ciencia de los signos en relación con sus intérpretes", haciéndole un lugar junto a los más conocidos y asentados de sintaxis y semántica. Las relaciones entre estos tres términos no son objeto ahora de nuestra atención, pero sí se puede afirmar que están lejos de ser claramente definidas, debido a las múltiples interrelaciones que parecen observarse entre ellas.

La definición primera de Morris resulta ciertamente demasiado general y abre un campo amplísimo e inabordable, por lo que es necesario proceder a acotar el terreno de estudio de lo que podría ser la Pragmática, área que todavía no acaba de estar perfilada. Pruebas de la falta de definición y abundancia de enfoques sobre el tema son las múltiples definiciones o descripciones. Crystal la define como: "la pragmática estudia los factores que regulan el uso del lenguaje en la interacción social, y los efectos que este uso produce en los demás”.



 
Desde los puntos de vista anteriores, en que el lenguaje se centra en la acción, en la comunicación, y en el intercambio entre personas. Cuando hablamos realizamos un acto, lo que nos lleva a considerar que la lengua es una parte de la interacción social, o, al menos, supone que hablar no es mera lingüística, sino conducta. Wittgenstein, en su obra Investigaciones filosóficas afirma que "el significado de una palabra es el uso que de ella se hace en el lenguaje", e incluso más aún: "la oración ha de ser entendida como un instrumento, y su sentido como su empleo" (párrafos 43 y 421).

Sin embargo, no podemos quedarnos en una mera descripción de lo que sea un acto o una conducta " lingüística " o pragmática, sino que interesa en gran medida saber para qué vale ese uso, esos actos. Aquí de nuevo, encontramos una gran cantidad de "funciones" que se aplican al lenguaje, es decir, no sólo el uso, sino lo que se pretende conseguir con algún uso determinado, la intención para la que se hace e incluso el fin que se consigue.


¿Qué estudiamos, pues, cuando decimos que estudiamos la "dimensión pragmática" del lenguaje? Puede que la auténtica repuesta sea que no lo sabemos con precisión absoluta, pero si podemos aventurar una cierta delimitación. La pragmática se ocupa de datos lingüísticos, y, en este sentido, lo comparte con la gramática, pero recordemos que siempre hace referencia a los elementos extralingüísticos que configurar la situación de emisión. En este sentido las teorías de la argumentación de Anscombre y Ducrot, la teoría de la relevancia de Sperber y Wilson o los estudios sobre la cortesía de Lakoff, Leech o Brown y Levinson continúan situando y delimitando, a la vez que abren nuevas vías y posibilidades, el campo de la pragmática. Y la antigua y nueva Retórica tiene todavía mucho que decir en ello.
   

RETÓRICA

Situada en este horizonte, la antigua Retórica se engloba dentro de la Prágmática o, mejor, es el primer estudio pragmático del lenguaje. La Retórica estudió ya desde Aristóteles la manera en que se podía influir en las personas mediante el lenguaje.
Precisamente, la clasificación que hace Aristóteles de los tipos de discursos se fundamente en el auditorio al que se dirige y lo que se espera conseguir de dicho auditorio. Por ejemplo, un discurso judicial tiene como objetivo un juez y conseguir una sentencia.

Por eso mismo, una de las claves de la Retórica y su puesta en escena como Oratoria, consiste en estudiar con precisión el tipo de auditorio al que se dirige un discurso o presentación o anuncio o libro o película…

Proponer una clasificación de los posibles auditorios parece empresa imposible e innecesaria. Es tarea del orador analizar a sus oyentes y adaptar el discurso a ellos.
Podemos poner de relieve los más estereotipados: un jurado; un juez; un grupo religioso; un parlamento; un discurso festivo según su objetivo: conmemoración, funeral, boda; un discurso académico… Sin embargo, enseguida se ve la necesidad de matizar y subdividir los mismos: Un grupo religioso: personas mayores, jóvenes, niños, en una misa, en una catequesis…
Conviene mejor hacer hincapié en que el orador preste atención a quiénes se dirige y analice a estas personas: número, edad, motivo de la reunión, cargos, jerarquías, expectativas…, hasta hacerse una idea cabal de los mismos y ajustar su discurso en lenguaje, ideas y actuación.  Esto se puso de relieve en la doctrina de las circunstancias y en lo tópicos, que veremos más adelante.

Le propongo estos cuatro puntos de análisis del auditorio, que responden al famoso hexámetro latino que recoge las diversas circunstancias a tener en cuenta cuando se trata de hablar en público y que nos irá apareciendo en el curso:  

Quis, quid, ubí, quibus auxiliis, cur, quomodo, quando
Quién, qué, dónde, con qué medios, por qué, de qué modo, cuándo

•    ¿Quiénes son?: edad, sexo, educación, situación económica, política y social y creencias religiosas, homogeneidad.
•    ¿Qué nivel de información  tienen sobre el tema?: lector en general, novato, especialista o experto.
•    El contexto en el que se va a pronunciar: oficina, clase, sala de conferencias.
•    Disposición: favorable, contraria, neutra.
Un adecuado análisis del auditorio conseguirá que nuestra intervención se ajuste a los intereses y capacidades del mismo.


A partir de ahí, se podrá elegir y realizar el tipo de discurso adecuado. Aristóteles distinguió entre judicial, deliberativo (político) y epidíctico (demostrativo).

•    Judicial: dirigido a un juez o tribunal, se refiere al pasado.
•    Deliberativo: a una asamblea política que acepta o rechaza las propuestas, se refiere al futuro.
•    Demostrativo: se dirige a un público que estará de acuerdo o no con lo dicho. Se refiere al pasado, pero tabién puede tener en cuenta el presente.

Una clasificación que presta atención a la forma del discurso podría enunciarse así:

•    El discurso narrativo. Refiere a hechos que se expresan en un determinado contexto, pueden ser reales o imaginarios. Se trata de una historia desarrollada con diversos fines, dar a conocer, convencer de un hecho, demostrar algo…
•    El discurso descriptivo. Intenta mostrar las características de lo expresado sin emitir una valoración personal. Explica o enumera las características de una persona, situación, hecho, lugar.
•    El discurso expositivo. Informa acerca de algo de manera objetiva, clara y ordenada. Se prioriza la carga informativa. Puedes er una clase, una exposición de resultados.
•    El discurso argumentativo. Es aquel que utiliza un emisor para convencer o persuadir acerca de algo. Es típico de la oralidad, de las conversaciones, debates,  conferencias, homilías.


Pero el ámbito de la pragmática, y del lenguaje como arma pragmática, es decir, oratoria, incluye todo tipo de interacción en la que haya intención de persuadir. Intentemos una clasificación desde este punto de vista:

Tipos de Discurso    Auditorio        Contenidos        Interés 

   

Judicial                Juez            Legal            Sentencia

Político             Parlamento        Políticos        Variados
                         Ayuntamiento
                        Mitin

Deliberativo        Asamblea nacional    Varios            Varios
                           Reunión de vecinos
                            Comité de empresa
                            Junta de accionista

Comercial        Clientes        Productos        Ventas
                        Publicidad

Académico        Clase            Asignatura        Enseñanza
                          Conferencia        Cultura        Varios    

Divulgativo        Público        Información        Varios

Informativo        Público determinado    Información        Varios

Religioso        Variado        Religiosidad        Varios

Poético        General        Estético        Agradar


La clasificación resulta ciertamente incompleta y poco detallada, pero proporciona una idea de la amplitud del horizonte en que se mueve la Retórica cuando se pone en práctica como oratoria. Una reunión de vecinos, un grupo de amigos decidiendo dónde pasar el fin de semana, un pareja discutiendo sobre como pintar las paredes de su casa…, proporcionan momentos oratorios: “La Retórica es la facultad de considerar en cada caso lo adecuado para persuadir”, la acertadísima definición de Aristóteles hace 2500 años.

DIALÉCTICA

La dialéctica se define como técnica de la conversación. De una manera algo más precisa, de conversación con objetivos, de la que se pretende mediante una confrontación de argumentos, demostrar y refutar.
Se contraponen tesis y se trata de conseguir, de persuadir la que se defiende. Sigue en cuanto generalidades las que hemos expuesto en la Retórica, pero entrará  en juego otras posibilidades y maneras de hacer y exponer las argumentaciones. Una distinta manera de actuación junto con una mayor precisión de la argumentación, como veremos más adelante.

 

 TÉNICAS        3. TÉCNICAS PARA CONTROLAR EL MIEDO A HABLAR EN PÚBLICO

 

1.      Causas

2.      Respuestas físicas y cognitivas

3.      Claves de superación

4.      Técnicas de control:

4.1. Técnicas inmediatas

4.2.Técnicas anteriores

 

Glosofobia significa miedo a hablar en público. Muchas personas sólo tienen este temor, mientras que en otras puede ir asociado con fobia social o diversos tipos de problemas relacionales.

Una persona con glosofobia tiende a evitar las situaciones en que tenga que participar en un discurso público, lo que limita su vida social y carrera profesional.

Lo más frecuente es que la persona se sienta preocupada ante la idea misma de hablar en público.

 

1.  CAUSAS

 

1.      Experiencias negativas. No hace falta que sean “fracasos reales”, sino percepciones negativas.

2.      Timidez o introversión. Rasgo de carácter, normalmente aprendido.

3.      Falta de confianza en las propias capacidades expresivas y comunicativas.

4.      Ausencia de YO oratorio/yo conversacional.

5.      Ausencia de interacción en el discurso público.

6.      Falta de práctica

En la mayoría de los casos, este miedo a hablar en público es irracional, carece de fundamentos y es causado por los pensamientos y las proyecciones que hacemos sobre situaciones que todavía no han sucedido.

 

2.    RESPUESTAS FÍSICAS Y COGNITIVAS

Existen tres respuestas físicas predominantes

·         Un ritmo cardíaco acelerado (a veces con una sensación de golpeteo)

·         Respiración rápida y superficial;

·         La liberación de hormonas de estrés, mejor conocidas como adrenalina y cortisona, que pueden causar un miedo excesivo, y ganas de salir corriendo y escapar.

Hay otros síntomas que acompañan como sudoración en cuerpo y manos, voz quebradiza, náuseas, manos temblorosas, mareos. Hiperventilación, producto de una respiración rápida y profunda o por el contrario puede aparecer una sensación subjetiva de oclusión o falta de aires, conocida como disnea. Aceleración del ritmo cardíaco (taquicardia), sudoración excesiva (hiperhidrosis primaria), sonrojo, rubor. Voz tensa o temblorosa, fafulleo, tartamudez, reducción de la secreción salival (xerostomía o sequedad de boca).

Respuestas de tipo cognitivo

·         Expectativa de fracaso (actitud mental negativa)

·         Hiperatención autocentrada (no conseguir desviar la atención del foco de la tensión).

·         Exageración perceptiva de lo que puede salir mal; temor al fracaso, al rechazo y al ridículo.

·         Crisis nerviosa o de ansiedad.

 

3.    CLAVES DE SUPERACIÓN

Vamos a comenzar a buscar claves para superar ese miedo a hablar en público, si es que existe. Si no lo tuviera, esto le puede servir para mejorar su actuación.

Un pequeño ejercicio de diagnóstico:

¿Qué es lo que me da miedo?

-          Hablar en conversación

-          Hablar en grupos pequeños

-          Hablar en grupos numerosos

-          Que se note que estoy nervioso

-          Miedo a no saber y a equivocarme

-          Temor  ser juzgado

Tome un folio en blanco, divídalo en dos partes. A la izquierda escriba sus problemas para hablar en público, a la derecha sus puntos fuertes. Sea sincero, es para sí mismo. Al final del curso repasaremos esa lista.

Vamos a seguir estos pasos para tratar este miedo:

1. Enfrentarse al problema.

2. Preparar el discurso.

3. Aprender a relajarse.

4. Imaginar la situación en positivo.

 

Para enfrentar el problema, le voy a exponer varias técnicas que le pueden ayudar a ello y a imaginar las situaciones en positivo. También ensayaremos en el curso dos técnicas de relajación.

Ciertamente, una de las maneras en que se controla el miedo a hablar consiste en preparar concienzudamente nuestra intervención. Si se tiene seguridad en la materia a exponer, resulta más fácil controlar los nervios y la tensión que puede producir una ocasión de este tipo.

PREPARACIÓN

1) Prepárese muy bien la presentación. Cuanto más domine  el tema, más seguro estará.

2) Si tiene la posibilidad de conocer a quienes asistirán, hágalo. Conocer el tipo de público ayuda a enfocar correctamente el discurso.

3) Acuda con tiempo suficiente el día de la presentación, así tendrá tiempo de solventar todos los problemas técnicos que puedan surgir. Esto resulta muy recomendable, incluso a oradores con experiencia les consiguen poner nerviosos este tipo de incidencias.

4) Salude a los participantes y hable con ellos mientras comienzas la intervención, esto le ayudará a estar más relajado y a crear un ambiente más “familiar”.

5) Hable de aquello que conoce, domina y le apasiona.


 

4.    TÉCNICAS DE CONTROL

 

4.1.  TÉCNICAS INMEDIATAS

Son técnicas que se pueden realizar justo antes de comenzar.

·         Control de respiración. Según los ejercicios explicados en clase.

·         Atención en el público:

Se trata de evitar que la imaginación ande suelta por nuestras sensaciones y miedos y que comience a hacer proyecciones de lo que va a pasar.

Fíjese en el público, quiénes son, cómo son, qué hacen, cómo van vestidos. Le proporcionará información sobre su auditorio, pero, sobre todo, al concentrarse en ellos dejará de estar centrado en sí mismo.

·         Ejercicios de preparación. Practique los ejercicios que aparecen en la lección dedicada a la voz.

 

4.2.  TÉCNICAS PARA PREPARAR CON ANTERIORIDAD

 

1.    ENFRENTAR EL MIEDO

Se trata de buscar todos los momentos posibles en que sea posible hablar en público. Puede ser en una reunión de vecinos, en una reunión de amigos, delante de compañeros.

Quizá ayude comenzar en ambientes más distendidos, en esos momentos en que se suele quedar callado. Opine sobre fútbol, o sobre ese tema que ha salido al azar en el café.

Se comienza por poco, ese primer paso de hablar en un grupo pequeño posibilita para otro un poco más grande.

 

2.    FANTASÍA NEGATIVA

Dedica algún tiempo a hacer este ejercicio.

En un lugar tranquilo, durante cinco o diez minutos, dedíquese a imaginar ese miedo.

-          ¿Qué imagina?

-          ¿Qué ha pasado?

-          ¿Qué ha sentido?

-          ¿Qué es lo que le ha producido miedo?

En lugar de evitar el miedo, va a pensar en todo lo que más le preocupa que ocurra cuando habla en público y vas a dejar fluir todo el miedo.

Una vez que pasen los cinco o diez minutos, interrumpa sus pensamientos y sensaciones. Diga en voz alta: PARA. Interrumpa el ejercicio, déjelo inmediatamente.

Refrésquese, lávese la cara y siga adelante con las tareas.

Repítalo varios días seguidos o alternos. Notará que esas sensaciones y fantasías van perdiendo consistencia, hasta se harán aburridas.

 

3.    VISUALIZACIÓN

Se asemeja a la fantasía negativa que he expuesto antes. Se trata ahora de visualizar su ponencia antes de exponerla.

 Se trata de imaginar esa ponencia, los posibles problemas y la manera de superarlos.

Un futbolista que a va a tirar ese penalti…, un saltador de altura en el momento de la concentración, un violinista a punto de salir al escenario…, visualizan su actuación. Ven cómo lo van a tirar, cómo van a saltar y cómo van a tocar… y que lo consiguen, ven el balón en la portería, la barra que no cae y el aplauso del público.

4.    LA PELÍCULA

El siguiente ejercicio ayuda a rebajar la ansiedad, a controlarla y llegado el casi a eliminarla.

  1. Piense  en qué hace justo antes de aparezca la ansiedad. ¿Qué ve? ¿Qué escucha? ¿Qué siente? ¿puede identificar qué es lo que hace que aparezca?
  2. Ahora proyecta en una pantalla imaginaria enfrente de ti tu imagen a punto de entrar a ese lugar en el que sintió esa ansiedad al ir a hablar: una clase, una sala de reuniones, un auditorio… ¿dónde la sintió por primera vez?
  3. Aumenta el brillo y tamaño de esta imagen.
  4. Mueve un poco tu cuello y respira profundo, pausado.
  5. Imagine que la situación es justo la contraria, no tiene ansiedad ninguna. ¿Qué pasa?, ¿qué ve?, ¿qué escucha?, qué siente?
  6. Esta nueva imagen debe aparecer como usted quiera, imagine una pequeña película.
  7. Imagine dos una pantalla con dos partes. En una se desarrollan las escenas de ansiedad, en la otra las imágenes positivas.
  8. Diga en voz alta: RODAMOS, y agrande la imagen positiva mientras se disminuye la negativa. Respire profundamente, disfrute el momento del triunfo.
  9. Ahora cierra los ojos, respira profundo y apaga la pantalla.
  10. Repita esta secuencia unas 5 veces con rapidez y compruebe si ya no ve la primera imagen. Si ya no aparece, o está borrosa el ejercicio funcionó.

Su tarea fue el de ver su pantalla con su Yo Ideal para que este vaya tomando cuerpo y presencia en la imaginación y luego en la realidad.

Aquí se puede constatar una vez más que nosotros tenemos el control de nuestros pensamientos, y estos son la clave de nuestra conducta.

 

 5.   Cambiando la Representación Mental Negativa

Vamos a construir una imagen de cómo nos gustaría experimentar ese momento de hablar en público..

Por ejemplo, si el problema fuera miedo a ir al gimnasio, la proyección de que los que están allí tienen mejor forma y me van a mirar como aun pobre y debilucho bicho raro... Seguramente no tendrías ganas de ir al gimnasio. El cambio consiste en imaginarte lleno de energía, la gente del gimnasio admirando tu constancia y decisión en mejorar.

Imagínese dando una conferencia, lo hace bien, su voz fuerte y segura, domina el tema, la gente lemira con aprobación, le aplauden al final…  

Disfrute esa imaginación… ¿no sufre con las negativas?

 

6.    LA IMAGEN BLANCA

Se trata de reprogramar nuestras proyecciones. Se lo expongo de manera general, ya que se puede aplicar a cualquier situación que cause ansiedad, en este caso al hablar en público.

  1. Piensa en algo que le haga sentir incómodo: un momento que le avergüence, algo que salió mal..
  2. Fija esa imagen claramente en tu mente.
  3. Aumente el brillo de esa imagen muy rápidamente hasta que la imagen se vuelva completamente blanca.
  4. Respira hondo tres veces y piensa en otra cosa durante esas respiraciones, en algo completamente diferente, en las vacaciones, en un coche…
  5. Repite los pasos anteriores 3 veces.
  6. Una vez que haga esto 3 veces, piense de nuevo en su recuerdo a ver qué pasa.

Suele pasar que la imagen negativa se torna blanca por sí misma o que no se puede visualizar claramente.

Al repetir el proceso, estamos reprogramando en cerebro, que va aprendiendo a focalizar, proyectar

 

7.    HABLAR CON UNO MISMO

Consiste en algo tan sencillo como que lo hemos hecho ya en muchas ocasiones. Se trata de animarse con frases que se pronuncian en voz alta, al menos si se puede.

  • Preocuparme no me servirá de nada
  • Lo puedo hacer bien
  • Lo superaré y estaré bien
  • ¡Voy a estar tranquilo/a!
  • Puedo conseguirlo
  • No va a pasar nada

 

Autorrefuerzo una vez realizada la situación

  • Lo conseguí
  • Lo hice perfecton
  • Puedo aprender a controlar mis miedos
  • Estoy muy feliz conmigo

Cuando no se ha conseguido controlar la situación de ansiedad

  • Me conviene practicar más
  • La próxima vez lo conseguiré
  • Han sido fallos tontos

Le recomiendo crear sus propias frases, pocas, delas que se acuerde y que repita en cada una de las ocasiones que se presente. Son refuerzos positivos que nuestro cerebro va anotando y que le hacen cambiar sus expectativas y horizonte.

 

 4. ORGANIZACIÓN DEL DISCURSO

 

Un discurso, de un minuto o de diez horas, sigue unas estrategias que culminan en una obra artística y efectiva. Esto lo ha estudiado y desarrollado la retórica desde la antigua Grecia hasta nuestros días. Ahora, el estudio del discurso, de su construcción y efectos se encuentra dispersa entre varis campos, psicología, lingüística, literatura, publicidad, filosofía…

 

Aquí les ofrezco un resumen de lo esencial en el desarrollo y elaboración de un discurso, que tiene que ser completado con explicación, con el desarrollo de otras partes y con práctica.

 

Se cuenta que Julio César estuvo un año estudiando retórica en Rodas… Lo cierto es que todos los políticos de la antigüedad lo hacían, porque era requisito indispensable para la carrera política.

 

En la vida cotidiana, en grupos de trabajo, en la actividad profesional también constituye un requisito de mejora. Dejar de entrenarse en este aspecto supone perder capacidad expresiva y relacional. Resulta curioso que en países con un aspecto conversacional tan desarrollado como ocurre en los países mediterráneos y, concretamente en España, tengamos problemas para estimular la capacidad oratoria, la de hablar en público.

 

 

1.    PREPARACIÓN

 

Reunir datos

Explorar argumentos

Cuestionar y defender las premisas de cada argumento

Revisar y considerar los argumentos

Estimar la presentación literaria: figuras, rasgos persuasivos

Organizar la coherencia y estructura del discurso

Preparar y ensayar los rasgos de lenguaje gestual y paraverbal

 

 

2.    REQUISITOS                 

 

Orden de presentación

Lenguaje claro, hermoso y conciso

Premisas fiables

Estrategia de ubicación

Coherencia lógica: en argumentos y orden de los mismos

Presentación artística

 

 

3.    ORGANIZACIÓN DEL DISCURSO

 

 

                        Introducción:                        Saludos

                                                                       Decir claramente el tema a tratar

                                                                       Enumerar los puntos a desarrollar

                                  

Narración:                 Exponer el problema a tratar

                                   Claridad, brevedad y verosimilitud.

 

Argumentación:        Idea principal

Ideas secundarias

Argumentos

Idea principal

Ideas secundarias

Ejemplos

                       Rechazar argumentos contrarios.

 

Epílogo:

 

Recordar de nuevo el tema y los puntos enumerados al principio

Exponer nuestra propuesta brevemente

                                                           Despedida.

                                  

 

 

 

EXPLICACIÓN

 

Desde la Antigüedad se estudió la forma de disponer un discurso para que causara efectos y persuasión en los oyentes. Esa disposición estableció una división del discurso en partes que siguen hoy vigentes, porque surgen de la forma propia de comunicación del ser humano.

 

Cada una de las partes tiene características diferenciadoras, pensadas para producir efectos específicos y, aunque originariamente nacen del arte de hablar en público, de la Retórica, se aplican a la literatura, al cine, a la publicidad, etc.

 

Todas las intervenciones públicas a través de las palabra las observan en mayor o menor grado. Por ejemplo, el informe jurídico ha de ser el más completo, una presentación especializada de empresa deberá centrarse más en la narración y argumentación, un breve discurso de bodas constará casi completamente de narración. Vamos a exponerlo.

 

 

 

 

4. PARTES DEL DISCURSO

 

      

 

El discurso se estructura en estas cuatro partes. Unas se apoyan en otras, aunque cada una merece un  estudio particular. No pierda de vista aquel triángulo que debe ser el alma de todo discurso: enseñar, deleitar, persuadir. Ahora veremos cómo conseguir esto de manera ordenada.                             

 

 

 4.1. INTRODUCCIÓN

 

 Permítame recordar las palabras de Quintiliano, un “comunicador” del siglo I d. C.:

 

“En nuestros días se cree que un proemio es todo aquello con lo que se empieza, y cualquier cosa que a alguien se le ocurra, especialmente si se trata de un pensamiento que suena bien, se tiene por un exordio.”

 

Una introducción, lo que Quintiliano llama proemio y exordio, encierra en sí matices más complejos que unas meras palabras de inicio. Tenga en cuenta que de esas iniciales palabras depende en gran medida la primera impresión que sobre usted y lo que va a decir reciben sus oyentes.

 

Suele ocurrir que por este comienzo se pasa deprisa y corriendo, con una mención, si acaso, al manido “señoras y señores”, mal dicho, mal expresado y como con prisa. Hasta esa expresión tan usual merece atención y produce efectos diversos. Hay que cuidar de manera especial la consistencia de la introducción, su fuerza y efiacia.

 

 

La introducción tiene como objetivos hacer al público:

 

 

 

 

 

 

ü ACOGEDOR en virtud de nuestra propia presentación y de la del tema que tratamos. ¿Cómo conseguirlo? Recurrimos a:

 

·         Mostrar nuestro agrado por estar con ese público y en ese lugar.

·         Poner de relieve la importancia de lo que se va a trata.

·         Animar al público a participar de la manera que se pueda:   preguntas, sugerencias...

·         Exponer por qué hablamos nosotros y no otra persona.

 

 

            Más en concreto:

 

·           Referir alguna anécdota (algunos métodos que enseñan a hablar lo aconsejan casi como obligatorio, pero ni siempre es conveniente ni es la única manera de empezar).

·           Utilizar el humor. La risa siempre predispone a favor y relaja al público.

·           Poner ejemplos históricos.

·           Contar anécdotas personales. Resulta muy efectivo para establecer empatía.

 

 

ü ATENTO debido a:

 

 

·         la novedad de nuestra presentación,

·         al objeto que tratamos,

·         las consecuencias que se pueden entrever de lo que vamos a decir.

 

 

 En resumen, mostrar que nuestro discurso merece la pena. Aquí interesa hacer ver que el tema que tratamos tiene relación directa con nuestros oyentes y que nosotros somos solidarios con ello.

 

 

ü RECEPTIVO, a saber, dispuesto a aceptar enseñanza, deleite y persuasión. Dos formas eficaces de conseguirlo se pueden llevar a cabo:

 

·         Enunciar el tema, pero sin revelar la estructura a seguir, aunque realzando su importancia.

·         Señalar los puntos principales que se van a tocar.

 

 

Un buen exordio o introducción ha de ser breve. Su misión no es informar ni argumentar, sino predisponer al público a acoger nuestras palabras.

 

Mejor que adoptar patrones fijos de comienzo, recuerde siempre los objetivos mencionados y adecue su intervención al momento, al lugar, al auditorio y al tema a tratar.

 

 

 

4.2. NARRACIÓN

 

 

La narración consiste en la exposición de hechos, sucesos o causas que ocasionan el discurso. Su presencia y estructura depende del tipo de discurso. Por ejemplo, en el informe judicial resulta imprescindible y requiere el máximo desarrollo; en un discurso de bodas puede tratar de los sucesos agradables que llevaron al enlace nupcial; en una homilía puede no precisarse.

 

Una narración de hechos o sucesos contiene la subjetividad propia del orador. Esto es algo no sólo inevitable, sino enriquecedor, al mostrarnos la perspectiva de quien habla. Pero subjetividad no quiere decir arbitrariedad. Reflexione sobre lo que va a contar.

 

 

 

 

 

Tres cualidades imprescindibles se contienen en toda buena narración:

        

 

 

 

 

 

·        BREVEDAD quiere decir que se exponga lo justo, los datos precisos, no superfluos o de “relleno”. No existe una brevedad determinada, tendrá usted que juzgarlo, pero conserve siempre la idea de que no debe aburrir. Sin embargo, puede suceder que la gente preste especial atención a esa historia que narra o a los datos que desgrana, será el momento entonces de alargarlo algo más. El deleite que observemos servirá como clave para considerar el tiempo a emplear.

 

Tenga en cuenta que el peligro de la demasiada brevedad es la oscuridad. Por evitar ser prolijo, puede no contar hechos que permitan seguir la historia narrada, o por el afán de no aparecer tedioso se llegan a omitir datos relevantes para la comprensión del conjunto. Mi consejo es repetitivo: medite sobre los datos que va a utilizar, repáselos, y, a ser posible, que los oiga o lea alguien para que le dé su opinión.

 

Para que la narración sea completa conviene recordar aquellas condiciones que veíamos en el tema segundo como preámbulos del discurso: quién, qué, dónde, con qué medios, por qué motivos, de qué modo, cuándo, y aplicarlas a nuestra narración. Es decir, tener en cuenta las circunstancias de lo que narramos de la manera más completa posible sin cansar ni aburrir. Repase lo que cabe decir de cada una de esas circunstancias, y con ello  conseguirá una narración precisa. Si se fija, en esas palabras se contienen los rasgos generales que hay en cualquier novela, obra de teatro, diario de viajes, informe policíaco, película: quién hace las cosas, qué hace, con qué medios, etc.

 

·        La CLARIDAD tiene que ver con el contenido y la forma. Respecto al primero se requiere la ausencia de ambigüedad, de sobreentendidos, de medias afirmaciones o  elección sesgada.

 

Con relación a la forma, hay que cuidar especialmente el orden lógico de la narración, la sintaxis adecuada, la sobriedad o adornos precisos que acompañen pero no empañen. Un breve resumen al final de la narración, si ha sido larga, ayuda en gran medida a refrescar y fijar lo narrado.

 

 

·        La VEROSIMILITUD consiste en hacer creíble la historia que contamos o los datos que proporcionamos. Es preciso cuidarlo con esmero. A veces, la propia verdad parece increíble.

 

Hay que presentar lo narrado como probable, como algo que, incluso si no sucediera, podría suceder. La propia persona del orador y su empatía jugarán a favor de la consideración de verosímil de lo narrado. También se pueden utilizar breves ejemplos que confirmen las palabras o testigos con prestigio para sus oyentes.

 

El público que le escucha acaso tenga formada ya una opinión o creencias sobre el asunto, unidas a emociones más o menos fuertes. Téngalas en cuenta. No se oponga frontalmente a ellas. Actúe como los toreros españoles, que esperan o provocan la embestida guiando al animal con liviana capa. Evite los extremos, presente las cosas desde su propia convicción.

 

 

4.3. DEMOSTRACIÓN

 

A la demostración le dedicaremos otro apartado.

 

 

4.4. CONCLUSIÓN

 

Hay que trabajar con rigor esta parte del discurso. Aquí se encuentra el momento de recapitular y ofrecer nuestras propuestas. Además, es lo que quedará más reciente en la memoria del público y, por tanto, lo que se recuerda mejor.

 

En la conclusión nos propondremos:

 

 

·        Recapitular lo dicho

·        Amplificar algún punto concreto

·        Proponer soluciones

·        Lanzar sugerencias

·        Mover los sentimientos y afectos

 

 

Al llegar a la conclusión, procure un ligero descanso al público que ha seguido atento su argumentación. Es el momento de una anécdota, algo de humor, que prepare para este toque final.

 

Una vez conseguido lo anterior, si fuera preciso, haga un breve resumen de lo dicho, citando los puntos esenciales que expuso. Sea breve. No se trata de volver a repetir, sino de sintetizar su discurso en unos dos o tres minutos.

 

Puede interesarle aquí amplificar algún punto que le merezca mayor consideración, de manera que sus oyentes lo tengan especialmente en cuenta.

 

Ahora exponga sus soluciones. Si las sugirió a lo largo de la demostración, no se extienda; si no lo hizo, puede hablar algo más, pero piense que ya está terminando.

 

También puede lanzar sugerencias, en forma de preguntas retóricas, de manera que el público se sienta incitado a responder siquiera mentalmente o efectivamente si hubiera debate después. Las preguntas provocan en el cerebro la necesidad de encontrar soluciones.

 

Termine siempre con una despedida adecuada. En todo caso, agradezca al auditorio su presencia y atención y abra una puerta a la esperanza y al futuro, seguro de que sus palabras han caído en terreno fértil. Apele a los sentimientos de sus oyentes y a la acción.

 

 

 

5. ARGUMENTACIÓN

 

1.      La argumentación

2.      Pensar y razonar

3.      Criterios de evaluación de argumentos

4.      Estructuras de argumentos

5.      Reconstrucción de argumentos

6.      Falacias

7.      Expresiones argumentativas

 

 

1. LA ARGUMENTACIÓN

 

Decimos que hay argumentación cada vez que un agente (individual o colectivo) produce un comportamiento destinado a modificar o reforzar las disposiciones sobre un tema, con respecto a una tesis o conclusión.. Es pues, un modo de interacción humana. La tesis defendida por el argumentador remite a un problema que define el objeto de la argumentación, aquello de que se trata. El objeto de la argumentación es el universo en el interior del cual se plantea el problema, explícita o implícitamente y en que la argumentación hace valer una posición mediante el recurso a un conjunto de medios o instrumentos -argumentos- que tienen como finalidad mostrar la validez o la buena fundamentación de la posición defendida.

 

Características de una conducta argumentativa:

 

-         Carácter social

-         Intención de influir en el auditorio. Modificar estados de creencias, cambiarlos  o reforzarlos.

-         Relación entre razonamiento y capacidad lógica. Implica la presencia de     elementos racionales que afectan a criterios racionales y a factores emocionales.

-         Necesidad de que el objeto de la conducta argumentativa sea  relacionable  con  un sistema de valores en el que se establece una bipolaridad : éticos (bueno/malo), epistémicos (verdadero/falso), pragmáticos (útil/inútil)

 

La argumentación supone la asociación entre un procedimiento racional, condiciones emocionales y empresa social. Como razonamiento parte de premisas y llega a conclusiones, ls condiciones emocionales acompañan todas nuestras actuaciones, como hecho social implica un diálogo entre interlocutores. El punto de partida son opiniones admitidas, no verdades demostradas, por lo que es necesario  un acuerdo previo entre los interlocutores, pero, sobre todo, un contexto social que determine el límite y el contenido de dichas opiniones.

 

Toda conducta argumentativa se inscribe en una situación, que transforma en situación de argumentación, compromete a unos participantes (individuales o colectivos) que asumen como papeles específicos el de agente argumentador (autor de la conducta) que ha de utilizar unos medios o instrumentos (los argumentos) y el de paciente argumentatario (objetivo de la conducta); se centra en un objeto o campo problemático con el fin de conseguir la adhesión del argumentatario a una tesis  o conclusión. Esta adhesión supone una transformación del papel del argumentatario-paciente en agente activo de la modificación de sus convicciones.

 

 

 

2. PENSAR Y RAZONAR

 

 

La capacidad de razonar es la característica fundamental de los seres humanos. Razonamos a propósito de todo, desde el sentido de la vida hasta qué vamos a cenar esta noche.
La mayor parte del tiempo no razonamos conscientemente; a menudo lo único que hacemos es escuchar a los demás, tomar nota de lo que está a nuestro alrededor, experimentar sentimientos, oír música, ver televisión. Estas actividades no suelen implicar un razonamiento consciente; pero, desde el momento en que comprendemos lo que ocurre, tampoco somos completamente pasivos. Para comprender cómo funciona la actividad de razonar, debemos contrastar lo que la diferencia de pensar.

 

Cuando estamos simplemente pensando, “tenemos” pensamientos, uno tras otro.

 

Cuando razonamos, relacionamos activamente unos pensamientos con otros de manera que unos pensamientos apoyan o refuerzan otros pensamientos.

 

A. La inferencia

 

A este proceso activo de razonamiento se le llama inferencia. La inferencia es, por tanto, una relación entre diferentes pensamientos: cuando inferimos B a partir de A, nuestro pensamiento se desplaza de A hacia B porque creemos que A apoya, justifica, refuerza, es decir, hace que sea razonable creer en la verdad de B.

 

Veamos un ejemplo concreto de la diferencia entre a) pensar y b) razonar:

 

a)      Toni es pobre y es desgraciado.

b)      Toni es pobre, y por lo tanto es desgraciado.

 

a)  El triángulo equilátero tiene lados iguales y ángulos iguales.
b)  El triángulo equilátero tiene lados iguales y, en consecuencia, también tiene ángulos      iguales.

 

Las frases a) declaran dos pensamientos, pero no establecen ninguna relación entre ellos, mientras que las frases b) sí lo hacen. Esta relación está marcada por las expresiones “por lo tanto” y “en consecuencia”. A este tipo de palabras o expresiones se les llama indicadores de inferencia.

 

Los indicadores de inferencia son palabras que indican que un pensamiento apoya de alguna manera a otro(s) contiguo(s). Otros indicadores de inferencia son:

 

Consecuentemente,  dado que, en conclusión, porque, pues, puesto que

 

Es importante señalar que en muchas ocasiones el indicador de inferencia no está explícito porque el locutor considera que la inferencia es bastante obvia. Por ejemplo:

 

 ¿Puedes sacar el paraguas? Está lloviendo.

 

Imagina cuál podría ser el indicador de inferencia aquí.

B. El argumento

 

Cuando expresamos una inferencia con palabras (orales o escritas), lo hacemos a través de frases asertivas. Una frase asertiva es una proposición que puede ser verdadera o falsa; si una frase no tiene la posibilidad de ser verdadera o falsa, entonces no es asertiva, por ejemplo las preguntas (¿Qué hora es?) o las órdenes (¡Sal de aquí inmediatamente!).

 

Cuando se expresa una inferencia en frases asertivas, entonces nos encontramos con argumentos. Un argumento es una serie de frases asertivas (que funcionan como premisas de este argumento) que apoyan otra frase asertiva, llamada conclusión:

 

Premisa 1ª:      Alcalá está en Madrid

Premisa 2ª:      Madrid está en España

Conclusión:     Por lo tanto, Alcalá está en España

 

C. Fuerza lógica y solidez del argumento

 

Comparemos el ejemplo anterior con éste:

 

Alcalá está en Francia.
Francia está en Asia.
Por lo tanto, Alcalá está en Asia.

 

¿Son los dos argumentos igual de sólidos? Evidentemente, no. Un argumento sólido o bien fundado se produce cuando sus premisas son verdaderas y, además, tienen fuerza lógica. Este último ejemplo no es entonces un argumento  bien fundado, pues tanto sus premisas como su conclusión son falsas.

 

¿Cuál de los dos argumentos tiene mayor fuerza lógica?
 

- Ambos son, desde un punto de vista exclusivamente lógico, igual de “fuertes”.

 

Decimos que un argumento tiene fuerza lógica cuando sus premisas, en caso de que sean verdaderas, apoyan la conclusión. La pregunta que hay que hacerse para determinar si un argumento tiene fuerza lógica es la siguiente: Si las premisas son ciertas, ¿justifican la conclusión? Y podemos responder a la pregunta incluso si no sabemos si estas premisas son ciertas. El hecho de que las dos premisas del ejemplo anterior sean falsas no afecta en absoluto la fuerza lógica del argumento.

 

Por las mismas razones, un argumento cuyas premisas y conclusión sean verdaderas puede ser muy débil desde el punto de vista lógico. Por ejemplo:

 

Segovia es una ciudad de España.
Madrid está en España.
Por lo tanto, Madrid es una ciudad de Europa.

 

Las tres frases asertivas que componen las premisas y la conclusión son ciertas, pero que Segovia sea una ciudad de España y que Madrid esté en España no apoyan en absoluto que la capital de España sea Madrid. La inferencia es inapropiada; el argumento no está bien fundado ni tiene fuerza lógica.

 

 

3. LOS TRES CRITERIOS DE EVALUACIÓN DE ARGUMENTOS: ACEPTACIÓN, RELEVANCIA Y ADECUACIÓN

 


Como ya señalamos, si un argumento tiene fuerza lógica y sus premisas son ciertas, estamos ante un argumento sólido. Pero, en numerosos casos, es imposible probar o verificar si los datos de las premisas son verdaderos: por ejemplo, resulta completamente imposible probar o verificar la teoría de la evolución de las especies, o que la Tierra gire alrededor del Sol. Sin embargo, son verdades aceptadas por la mayor parte de personas. Nuestro primer criterio de evaluación de un argumento será la aceptabilidad de sus premisas.

 

La fuerza lógica de un argumento conduce al segundo criterio a la hora de evaluar argumentos: su relevancia. Como vimos, que las premisas sean ciertas (o, podríamos añadir ahora, aceptables por la inmensa mayoría) no quiere decir que apoyen la conclusión. Volviendo al ejemplo anterior (Segovia es una ciudad de España. Madrid está en España. Por lo tanto, Madrid es una ciudad de Europa.), las premisas no son relevantes, como lo prueba el hecho de que en ninguna de las premisas se menciona un dato fundamental de la conclusión. ¿Qué dato es éste?

 

Cuando las premisas, sean ciertas o aceptables o no, no apoyan lo afirmado en la conclusión, se dice que no son relevantes.

 

El tercer criterio para evaluar un argumento también tiene que ver con su fuerza lógica (o la carencia de ésta): la adecuación de las premisas con la conclusión. Imaginemos que nuestro amigo Perico, que vive en Teruel, nos dice:

 

Mi hermano, mi vecino, mi mujer y yo votamos por los del PP en las últimas elecciones. Pero todos hemos decidido votar por el PSOE la próxima vez. Es seguro que el PSOE va a ganar.

 

¿Son adecuadas las premisas a la conclusión? No. ¿Por qué? Porque estas pocas personas no son representativas del conjunto de la opinión pública de Canadá. Habría que seguir preguntando a mucha más gente para hacer un verdadero sondeo “científico” (y no hay ninguno que lo sea). Pero ni siquiera los responsables de estos sondeos se atreven a llegar a conclusiones rotundas; son más bien los responsables de los medios de comunicación quienes extrapolan los resultados de un sondeo para hacerlo más espectacular y, por lo tanto, más vendible.

 

No debemos juzgar definitivamente un argumento hasta que no haya “aprobado” cada uno de estos tres criterios; en tal caso, podremos decir que es un argumento bien fundado. Pero es posible que no pase ninguno de los tres criterios simplemente porque, aunque lo parezca, no sea un argumento, o sea débil... Es el caso de las falacias, que estudiaremos después, y de los “casi argumentos”.

 

Los “casi argumentos”

 

A veces, nos enfrentamos a textos escritos o a conversaciones cotidianas que se parecen mucho a argumentos pero no lo son. Los llamaremos casi argumentos para no olvidar que su apariencia puede confundir. Hay dos tipos: los informes de argumentos y las explicaciones.

 

¨      Un informe de argumento es una cita indirecta de un argumento enunciado en otra parte. Por ejemplo:

 

Pamela se niega a votar porque cree que todos los políticos son unos ladrones.

 

Es cierto que en esta frase se pueden detectar al menos una premisa (causa: los políticos son unos ladrones) y una conclusión (consecuencia: Pamela se niega a votar), pero no es un argumento porque lo único que el locutor nos dice es cómo razona Pamela, y no él mismo. El informe de un argumento no es un argumento, de la misma manera que una fotografía del Palacio Real no es el Palacio Real.

Eso no quiere decir que el informe de un argumento no pueda servir para convencer: cualquier texto, imagen, etc. pueden tener una función persuasiva. El informe de un argumento puede ser incluso más eficaz que un argumento auténtico, sobre todo en dos casos:

 

- Si la fuente citada goza de cierto prestigio (cita de autoridad);

-En el caso de que el interlocutor se oponga, siempre se puede alegar que “no soy yo quien cree eso, sino Pamela” (como en el caso de lo implícito).

 

¨      Por su parte, una explicación es un intento de mostrar por qué o cómo ocurre algo:

 

Mi coche no funciona porque no le queda gasolina.

Ayer no vine a clase porque estaba enfermo.

 

Es fácil confundir las explicaciones con los argumentos, pues comparten la misma estructura y el mismo vocabulario (véase “indicadores de inferencia”). Para entender mejor la diferencia entre explicación y argumento, es necesario ver cuál es el objetivo explícito de una y otro: mientras que el objetivo explícito de una explicación es mostrar el porqué o el cómo de algo, el de un argumento es mostrar que ese algo es correcto, verdadero o preferible: es decir, convencer.

 

Una vez más, eso no quiere decir que, más allá del objetivo explicativo, no se esconda otro objetivo implícito persuasivo. No creo que nadie ponga en duda que el segundo ejemplo de explicación: “Ayer no vine a clase porque estaba enfermo,” puede ser empleado por un mal o una mala estudiante (no por ti, ¡claro!) para justificar una ausencia injustificable...

 

 

4. ESTRUCTURAS DE ARGUMENTOS

 

Determinar la estructura de un argumento corresponde a la segunda fase de reconstrucción de éste. Esta operación es importante porque nos ayuda a comprender mejor cómo funcionan las premisas y, de esta manera, nos da la información que necesitamos para evaluar críticamente el argumento. La mejor manera de “ver” la estructura de un argumento es mediante un esquema como el siguiente:



 

 

 

 

 

 

 

 


Este esquema corresponde al argumento anterior.

Los diferentes elementos que aparecen en el diagrama son los siguientes:

 

P1: Quienes son incapaces de escribir prosa decente nunca podrán comprender los grandes logros de nuestro patrimonio cultural.

P2: Quienes son incapaces de escribir prosa decente jamás podrán comunicar eficazmente en el mundo de hoy.

C: El reto más importante al cual tienen que enfrentarse los educadores es enseñar a los estudiantes cómo escribir prosa decente.

 

Este tipo de argumento se denomina argumento en forma de V. Se observará que las dos “ramas” del árbol (P1 y P2) no tienen relación entre sí, sino únicamente con la conclusión C. Eso quiere decir que cada una de las premisas se presenta como una razón separada para apoyar la conclusión. Cada una opera de manera independiente. Si cualquiera de las dos no existiese, quizá el argumento sería menos convincente, pero la premisa restante todavía apoyaría la conclusión.

 

Nótese que la estructura en forma de V puede tener más de dos “ramas” o argumentos. Si, por ejemplo, existiesen tres argumentos, el diagrama sería así:

 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Otras estructuras argumentativas son las siguientes:

 

           P

 

 

 

           C

 
Argumento simple. Se lo denomina así porque consiste únicamente en una premisa y una conclusión. Por ejemplo:

 



 


P: Si tienes buenas notas
C: te compraré una bicicleta.

 

 

 

Argumento en forma de T (silogismo clásico). Cuando consideramos argumentos con dos premisas, hay dos estructuras posibles: el argumento en forma de V, que ya hemos estudiado, y éste. A diferencia del anterior, en el argumento en forma de T es necesaria la combinación de las dos premisas para poder apoyar la conclusión, pues cualquiera de ellas, tomada por separado, no sería suficiente:



 

     P1                                          P2

 

 

                              

C

 
 

 


P1:       Todos los hombres son mortales.
P2:       Sócrates es un hombre,
C:        por lo tanto Sócrates es mortal.

 

 

Como en el caso de los argumentos en forma de V, los argumentos en forma de T también pueden tener tres o más premisas. Por ejemplo:



 

 

 

 

 

 

 


P1: Todas las mujeres rubias que buscan trabajo son víctimas    discriminación.

P2:   Amelia es rubia.

P3:   Amelia busca trabajo.

C:    Por lo tanto, Amelia es víctima de discriminación.

 

Argumentos complejos. Las de arriba son las estructuras básicas a partir de las cuales se construyen la mayor parte de argumentos. Veamos el argumento siguiente:



 

 

 


P1: María nació en España.
P2: Eso quiere decir que es ciudadana española.
C:  Por lo tanto, María puede votar en las elecciones.

 

 

En este caso, el diagrama contiene dos flechas. Eso quiere decir que la premisa P2 es en realidad una subconclusión del argumento general apoyada en P1; en una segunda fase, P2 apoya la conclusión general C. Es decir, que la estructura de este argumento complejo está formada a partir de dos estructuras de argumento simple encadenadas.

 

 

MINI-EJERCICIO. Imagina un argumento complejo que encajaría en este esquema. Poco importa que no sea sólido (bien fundado), pero asegúrate que tiene fuerza lógica.

 

 

 

5. RECONSTRUCCIÓN DE ARGUMENTOS

 

 

Desgraciadamente, los argumentos que encontramos en la vida real no vienen con sus premisas y conclusión claramente indicadas. No sólo algunas de las premisas, o incluso la conclusión, pueden permanecer implícitas (presupuestas o sobreentendidas), sino que, para complicar un poco más las cosas, a menudo los argumentos están acompañados de diversas porciones de texto que no forman parte del argumento en sí.

 

Para poder comprender cómo funciona el fenómeno de la argumentación, lo primero que hay que determinar es cuál es el argumento al cual nos enfrentamos: ¿Cuál es su conclusión, cuáles las premisas, cuál es la relación entre estos elementos? Al proceso que intenta responder a estas preguntas se lo llama la reconstrucción del argumento. Su objetivo es producir una serie de frases asertivas que representan el esquema del argumento. Las palabras específicas empleadas en esta reconstrucción no tienen por qué ser las mismas que usó el autor, pues habrá que explicitar, en la medida de lo posible, lo que permanece implícito, así como clarificar lo que presenta ambigüedades.

 

A. Las fases de la reconstrucción

 

Reconstruir un argumento requiere dos fases. En la primera, se deben identificar la conclusión y las premisas del argumento; en la segunda, se debe identificar la estructura del argumento, es decir, la relación entre las premisas entre sí y entre estas y la conclusión.

 

Con respecto a la primera fase, tomemos un ejemplo que intentaráns completar:

 

El reto más importante al cual tienen que enfrentarse los educadores es enseñar a los estudiantes cómo escribir prosa decente. Por “decente” no quiero decir elegante, sino simplemente una escritura correcta que respeta las reglas de la gramática y que expresa adecuadamente su significado. Poder escribir prosa decente es fundamental, porque quienes son incapaces de hacerlo nunca podrán comprender los grandes logros de nuestro patrimonio cultural –desde Homero hasta Javier Marías pasando por Cervantes y Shakespeare- ni, quizá aún más importante, jamás podrán comunicar eficazmente en el mundo de hoy.

 

 

Primera etapa: identificar la conclusión.  ¿Cuál es la principal tesis del autor? ¿De qué nos quiere convencer? ¡Cuidado! Es muy importante que se identifique la conclusión correctamente, pues de ella depende lo que encontraremos a propósito de las premisas y, por lo tanto, de la conclusión.

Y recuerda: la conclusión no tiene por qué estar al final del argumento. Bien puede encontrarse en cualquier otra parte... incluso al comienzo.

 

Segunda etapa: identificar las premisas. ¿Qué razones da el autor para soportar la conclusión? Hay dos:

 

Premisa(s) y/o conclusión implícita(s)

 

La mayor parte de argumentos que encontramos en la vida real están incompletos, pues algunos de sus elementos están implícitos

 

Por ejemplo:

Premisa:          El cumpleaños de María José es mañana.
Conclusión:     Por lo tanto, Toni debería regalarle algo.

 

Si éste es todo el argumento, no tiene mucha fuerza lógica. El mero hecho de que el cumpleaños de María José sea mañana no parece una buena razón para que Toni le haga un regalo. Podríamos preguntarle al locutor (o a María José o a Toni) por qué, y entonces nos enteraríamos de la razón, es decir, de la premisa implícita: María José es la hermana de Toni. Ahora ya tiene más sentido.

 

Explicitar una premisa implícita no siempre es tan sencillo. A menudo es en lo implícito donde se esconde la parte más débil de un argumento: la que, por su carácter marcadamente ideológico, puede ser más controvertida.

 

Identifique la premisas y la conclusión del siguiente argumento incluyendo la premisa implícita:

 

El considerable aumento de presos en libertad provisional está causando un alto índice de criminalidad. El Parlamento debería endurecer el código penal para evitar esta lamentable situación.

 

 

 

 


6. LAS FALACIAS: DEFINICIÓN Y TIPOS

 

 

Una falacia es un error o punto débil en la argumentación que impide que la conclusión esté bien fundada. Los hay de todo tipo; veremos aquí algunas de las más usuales.

Un sofisma es una falacia empleada de manera intencionada.

 

FALACIAS FORMALES

 

Se manipulan reglas lógicas

 

Negación del antecedente. Se puede resumir así: 

 

Si A [antecedente], entonces C [consecuente]
no A,
por lo tanto, no C.

 

Veamos un ejemplo claro de esta falacia:

 

Todos los hombres son mortales (Si eres hombre, eres mortal),

el gato de Nathalie no es un hombre,

así que es inmortal...

 

 

Afirmación del consecuente

 

Si A, entonces B
B,
por lo tanto, A.

 

 

Un par de ejemplos:

 

Todos los hombres son mortales; el gato de Nathalie es mortal, así que es un hombre...

En una enciclopedia leí que los osos de Siberia son blancos. El otro día vi un oso blanco en Lake Louise, así que debe de ser de Siberia.

 

 

FALACIAS INFORMALES

 

 

A. Ad hominem (contra la persona). Se comete cuando la premisa informa sobre el autor de una declaración para mostrar que esta declaración es falsa, si esta información es irrelevante o falsa a propósito de esa declaración. Por ejemplo:

 

Según los que están a favor de la pena de muerte, ésta produce un efecto disuasivo contra el crimen. No tiene ningún sentido. Esta gente no está interesada en absoluto en que disminuya el crimen. Lo que quieren es venganza, y nada más que eso. O quizá quieren que el Estado haga lo que ellos no se atreven a hacer. Si no fuesen tan cobardes, ellos mismos saldrían a la calle a robar y matar a sus semejantes.

 

 

B. Simulacro del otro. Esta falacia es muy común y está íntimamente relacionada con la anterior. Consiste en atacar la posición del adversario deformándola de tal manera que parece ridícula (por ejemplo, exagerando sus aspectos más controvertidos). Todos tenemos tendencia a cometer esta falacia, de una forma u otra:

 

Lo que más me molesta de los partidarios de la pena de muerte es que no reflexionan en absoluto. Según ellos, si hubiese pena de muerte nadie se atrevería a cometer ningún crimen. Que echen un vistazo a países donde sí hay pena de muerte, y se darán cuenta de lo estúpida que es su posición.

Lo que más me molesta de los que se oponen a la pena de muerte es que no reflexionan en absoluto. Según ellos, las vidas de asesinos convictos y confesos son más importantes que las de los policías o las de la gente decente.

 

 

 

C. Petición de principio. Se trata de un razonamiento circular mediante el cual la conclusión ya aparece expresada en las premisas. Teniendo en cuenta que la función de las premisas consiste precisamente en sustentar la conclusión, si tenemos que aceptar la verdad de la conclusión para aceptar las premisas es obviamente porque las premisas no cumplen su papel. Veamos un ejemplo para comprender mejor esta falacia: 

 

La Biblia afirma que es la palabra de Dios y la palabra de Dios tiene que ser cierta. Por lo tanto, la Biblia es la palabra de Dios, porque todo lo que dice la Biblia es cierto.

 

 

D. Equivocación. Antes hemos estudiado cómo diferentes tipos de ambigüedades pueden generar interpretaciones divergentes, algunas de ellas inaceptables. La falacia de la equivocación surge cuando es la interpretación inaceptable la que es necesaria para sustentar la conclusión. Por ejemplo:

 

Los niños ruidosos son un verdadero dolor de cabeza.
Tylenol elimina el dolor de cabeza.
Por lo tanto, ¡Tylenol elimina a los niños ruidosos! Habría que prohibir este producto, ¿no?

 

Explica por qué este argumento es falaz.
 

E. Inconsistencia. Dos premisas pueden ser perfectamente correctas, ser cada una de ellas aceptables, adecuadas y relevantes examinadas individualmente, pero contradictorias entre sí. Cuando esto ocurre, el argumento es inconsistente:

 

PADRE: Lo siento, hijo, pero sabes que no debes comer galletas antes
de irte a la cama, así que no recibirás tu asignación semanal.
HIJO: ¡Eso es injusto! No comí ninguna galleta, de verdad...
PADRE: Entonces, ¿cómo me puedes explicar que haya un montón de migas de galleta en la cama?
HIJO: ¡Pero sólo me comí dos! Hubiera podido comerme la caja entera y sólo tomé dos. ¡Qué injusticia!

 

F. Autoridad

 

Consiste en defender una tesis invocando a personas de gran reputación, autoridad o poder. Se denomina también ad verecundiam:

 

  • Como dijo…

 

G. Ad ignorantiam

 

Consiste en pretender que algo es falso porque no se ha podido demostrar que es verdadero:

 

  • No se puede demostrar que Dios no existe, luego existe.

 

H. Post hoc, ergo propter hoc

 

Establecer relaciones causales entre sucesos que sólo guardan entre sí contigüidad temporal:

 

  • Romperse un espejo, romperse un pie: fue el espejo.

 

I. Falacia naturalista

 

Deducir un juicio de valor a partir de un juicio de hecho (definir valores como bueno, malo, justo, como si fueran propiedades naturales de las cosas). Por ejemplo, a lo largo de la historia se ha encasillado a la mujer en cierto tipo de trabajos, por lo que se piensa que esos trabajos (ama de casa, cuidado de niños, etc. son naturales en la mujer).

 

J. Falacia idealista

 

Se parte de un juicio de valor para llegar a uno de hecho:

 

  • Pepito dijo que Juanito debería estar muerto (a los dos días Juanito aparece muerto). Pepito lo mató.

 

K. Generalización a partir de información incompleta.

 

  • Todos los políticos son corruptos
  • A todos nos gusta…

 

L. Olvido de alternativas.

  • Sólo caben dos posibilidades….

 

M. Definiciones

 

Una definición es una toma de postura y un intento de guiar un debate.

 

  • Antes de iniciar el debate, tendríamos que ponernos de acuerdo en qué es España…

7. EXPRESIONES ARGUMENTATIVAS

 

 

 

Consisten en expresiones que marcan argumentaciones y que las inducen, conceden fuerza argumentativa al lenguaje

 

 

1.      Conectivas de garantía: Tratan de garantizar la aceptabilidad de lo que se está diciendo.

 

         Términos aseguradores: Es de sentido común/ Fuentes bien informadas/ Los estudios científicos...

         Términos protectores: Probablemente.../ Algunos.../ La mayoría... (Limitan el alcance de nuestras afirmaciones, protegiéndolas).

         Términos concesivos: Es..., pero... (Introducen una pequeña crítica, para rechazarla o tenerla en cuenta).

 

2.      Expresiones entre paréntesis: (asegurar, proteger, conceder)Nos permiten comentar o matizar lo que decimos:

 

-       Este fármaco, como pronto leerás en las revistas científicas, ha sido muy    positivo...

-       Lo que te digo, hasta donde yo sé, es cierto.

-       Juan, que había sido muy vago, aprobó todo.

 

3.      Términos sesgados

 

Consiste en utilizar términos en sentido distinto o no completo, por ejemplo: estado por nación; país por patria; hombres por seres humanos.

 

 

4.      Definiciones persuasivas: Escogen y destacan lo que conviene

 

         Criticable + es + Malo:   La democracia es la tiranía de la masa.

          Justificable + es + bueno: El régimen de Pinochet fue una democracia orgánica.

 

 

 

 

 



 

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